En realidad, muchas de las cosas que nos suceden y que nos parecen terribles, no lo son tanto. Lo verdaderamente terrible es que son nuestros propios miedos y actitudes aprendidas las que las convierten en terribles. Probablemente la vida es
más abierta y flexible de lo que la suponemos (y de lo que la permitimos). A veces se hace muy necesario salir de uno mismo para mirarlo todo con nuevos ojos.
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